Desde adentro...



"DESDE ADENTRO...
 de cada una de nosotras.

“Somos un grupo de reclusas de la cárcel de Mujeres de Cabildo, que nos agrada participar en este tipo de proyectos”



Cuando el profesor nos comentó la posibilidad de participar de este proyecto, no dudamos en decir que si.
Son varios los motivos que nos anima a participar. 
Uno de ellos, es dar a conocer lo que  estamos haciendo  para “no perder pie”, a efectos de que,  una vez  hayamos cumplido nuestra pena, tengamos avanzado nuestros estudios.
Daremos nuestro punto de vista, desde una óptica crítica y reflexiva, destacando lo que haya que destacar y cuestionando lo que sea necesario. 
Por supuesto que nos proponemos además sugerir acciones que de alguna manera mejoren la propuesta educativa en establecimientos carcelarios.
También nos agrada el hecho de haber sido consideradas en un emprendimiento de este tipo, marca una forma de ser muy diferente a como actúa gran parte de la sociedad.
Muchas de nosotras sufren de discriminación mucho antes de ingresar aquí. Imaginen lo que significa agregar, a esta  condición, tener que estar recluidas.
   No es ninguna novedad, que sobre las mujeres privadas de libertad recae una estigmatización mucho más grande que la de los reclusos hombres, a  los cuales también se les señala como “los insociables”.
No es nuestra intención  que se nos tenga lástima, no pasa por la  victimización, si queremos que se nos entienda e integre de alguna manera a la sociedad. Ésta es una forma de integración, por lo tanto aprovecharemos esta oportunidad.
Educación secundaria en cárceles está dentro de lo que se llama Programas educativos especiales.
A principio de año, a través de las guardias que se encuentran en educación (Flavia y Jacqueline)  se nos estimula para anotarnos en los cursos. Hay tres maestros que están a cago de la educación y tenemos a los profesores de secundaria que están designados en cada asignatura
Cuando somos recién ingresadas, debemos comunicarle cual fue el último liceo al cual acudimos, para que se solicite nuestra escolaridad.
 Es muy común, que quienes caemos en prisión, hemos dejado de estudiar desde hace mucho tiempo. A veces nos cuesta recordar cual fue nuestro último año aprobado. 
La inscripción, que es en principio muy numerosa,  nos permite en un lapso de cuatro meses cursar las materias que correspondan y rendir el examen correspondiente al año cursado. Tenemos pues la ventaja que en un año, (para ustedes), puede significar que avancemos dos.  
También es cierto que en algunas oportunidades no hay profesores que dicten la asignatura y nos quedamos estancadas en esa materia.
 A partir de una ley, que tuvo mucha difusión, llamada de humanización de cárceles, el aprobar un examen nos permite disminuir nuestra pena. Cada tanto, desde el juzgado se pide un informe de cual es nuestra situación, y se computan como días los exámenes salvados más la carga horaria de la materia salvada. 
No necesitamos decirles que no es nada lindo estar privadas de libertad y además en condiciones bastante inapropiadas. Si nos parece bueno destacar que nos hace muy bien tener esta posibilidad de seguir estudiando.

Los profesores son muy humanos, y son para nosotros muy importantes. La forma en como nos educan es muy diferente a la que nos daban en los liceos comunes. Si bien sólo  tenemos un salón en condiciones dignas, y algunos espacios relativamente cómodos en un anfiteatro, la falta de espacio se sustituye con buena voluntad. Necesitaríamos espacios acordes para dictar clases, creemos que los profesores opinan igual que nosotras.
Los grupos no son muy numerosos y en determinadas circunstancias se hace muy difícil asistir. Los días que recibimos visitas de nuestras familias, optamos por recibirlos y dejamos la asistencia para otro día. De todos modos los profesores son muy tolerantes en este aspecto y nos entienden. Habitualmente se nos deja tareas para realizar, y si bien el material que hay en biblioteca es escaso, nos dejan fotocopias para estudiar.
Si bien podría pensarse que “tenemos todo el tiempo para estudiar”, hay muchas de nosotras que realizamos trabajo dentro del establecimiento. Algunas en la cocina, otras lavando pisos, etc. A eso se le llama peculio, y por ello recibimos una pequeña remuneración, la mitad de la cual se nos entrega y la otra se deposita en el banco república en una cuenta a nuestro nombre para cuando recuperemos la libertad tengamos un dinero ahorrado. Aquí hay mucha depresión y eso impide, entre otras cosas, estudiar.
Creemos que como carta de presentación es suficiente y si a través de nuestro profesor de biología podemos seguir compartiendo experiencias, lo haremos con gusto.
Les mandamos un saludo

Prof. de Biología Mario Bango

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